Hay personas que no saben o no quieren renunciar a ser un hijo para empezar a ser un padre o una madre. Esta es una dificultad que se puede dar a cualquier edad y que hace que la persona no pueda comprometerse afectivamente con otro en vínculos estables o bien, que busque en sus parejas a un padre/madre. Esta “madre” asume un rol de protectora y se hace cargo de las responsabilidades que el hijo no puede digerir.
Con el correr de los años, cada persona empieza a orientar su vida hacia una determinada dirección. Comienza a elegir, a comprometerse con sus deseos y a establecer metas para su vida.
El problema surge con la negación de superar la etapa psicológica de la adolescencia y/o juventud y resistirse a crecer y a afrontar responsabilidades de la vida adulta. Esto ocurre en individuos con una edad cronológica adulta pero con la mentalidad de un niño/a.
El hecho de no poder superar mentalmente este estadío ocasiona diversos problemas emocionales, como dependencia y baja autoestima ya que la persona lo quiere todo y no quiere renunciar a nada de lo que tiene ni esta dispuesto a poner algo de su parte para conseguir logros, metas y soluciones a sus problemas. Para ellos es más fácil la queja y el lamento. Se quejan de todo y atribuyen la culpa de sus problemas a los demás. No se pueden hacer cargo de sus vidas. A la vez, tampoco son conscientes de lo que quieren y no pueden comprometerse con nada ni con nadie.
“Peter Pan” es el personaje ultra famoso que James Barrie escribió en 1904. Peter Pan fue utilizado por varios autores para representar el niño que todos llevamos adentro, que esta centrado en sus propias demandas y necesidades. Más recientemente se hizo una analogía entre este personaje tan popular y las personas que no quieren crecer y que continúan pensando, sintiendo y comportándose de manera irracional e infantil.
En la actualidad, se observa en ciertas personas lo mismo que ocurría con los habitantes del país imaginario de Nunca Jamás: “No querer crecer nunca”.
Una de las características que sobresalen en las personan que padecen este Síndrome de Peter Pan (así lo llaman en la actualidad) es la inmadurez afectiva. Como formas claras de inmadurez se dan la inseguridad, la falta de confianza en uno mismo y una autovaloración negativa. Estas personas suelen sentirse mal cuando las rechazan o reprueban y buscan y necesitan la aprobación de otro.
El no querer asumir responsabilidades es otra característica de inmadurez. Estos Peter Pan suelen parecer seguros de sí mismos, hasta incluso arrogantes pero en el fondo se sienten temerosos y vulnerables. Son capaces de entrar a una reunión y cautivar rápidamente al público, no pasan desapercibidos; pero en realidad este hombre/mujer es indeciso, inseguro y sobretodo teme que no lo amen. Tienden a tapar sus inseguridades con una máscara de seguridad y alegría ficticia; y viven escondiéndose detrás de fachadas y excusas para no actuar y resolver sus conflictos.
El gran compromiso que evitan en realidad estas personas es consigo mismos.
Por eso, es fundamental el autoconocimiento para poder empezar a conectarse con lo que sienten y ver que quieren y a donde quieren llegar. Así deben permitirse enfrentarse con la realidad y comenzar a manejarse de una manera autónoma y sin una Wendy que resuelva todos sus problemas.
sábado, junio 21, 2008
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